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lunes, 2 de noviembre de 2015

Last Shift (2015). Los fantasmas de la comisaría.


Hay muchas películas sobre casas encantadas. También hay hoteles, hospitales embrujados (si son psiquiátricos, mejor), e incluso barcos malditos. Pero otros edificios administrativos no tienen tanto tirón sobrenatural, salvo en los reportajes de Milenio 3 sobre ayuntamientos y delegaciones con poltergeist. Por eso un lugar tan ligado al cine de acción, como podría serlo una comisaría, parecía el menos indicado para rodar una de fantasmas. A menos que se pudiera recurrir al escenario y el momento adecuado.

 


Last Shift es el último turno que una policía novata debe cubrir en una comisaría, ya vacía, antes de que esta cierre sus puertas por última vez, después del traslado de su personal al nuevo edificio. Estas últimas horas no parecen un trabajo difícil: las llamadas de emergencia han sido desviadas al nuevo centro y Jessica, la nueva agente, solo debe esperar a la llegada del equipo que se llevará del local el material restante. Pero este tiempo será suficiente para mostrar que en esa comisaría sucedían cosas extrañas: sombras y pasos empiezan a escucharse por los pasillos, mientras el teléfono empieza a recibir llamadas de auxilio. Fenómenos que, según se rumorea, tienen que ver con la noche en la que un grupo de adoradores del diablo fue detenido y encerrado en esas mismas celdas.



La parte más atractiva del guión es el escenario mismo: uno en el que generalmente sería imposible plantear una historia de terror sobrenatural, pero que en este caso, se ha presentado de forma muy acertada. Y en el que consigue crearse tensión de manera progresiva: los primeros momentos cuentan con una explicación lógica, pero no por ello menos intrigante, como la aparición de un vagabundo al que la protagonista debe detener. Y la propia historia, o el trasfondo de esta, se presenta de una forma tan simple como que un transeúnte cualquiera pueda hablarle de esta, sin que sea necesario ofrecer demasiados datos o recurrir a la típica escena de investigaciones y papeleos porque sí. Además, estos dos detalles, a medida que avanzan, funcionan aún mejor al verse con cierta ambigüedad sobre su veracidad o no.

 


Todo el aspecto sobrenatural se ha tratado con bastante corrección: se nota que la película cuenta con pocos medios, cosa que se soluciona bien gracias a lo limitado de los escenarios y del número de actores. Y que se presenta todavía mejor al contar con una buena fotografía, de modo que el acabado es bastante profesional. Al igual que lo relativo a la parte fantástica, al menos durante un buen rato: esta se soluciona con elementos simples como enfoques, parpadeo de luces y mobiliario que se cambia de sitio. Algo que, en realidad, podría ser parte de cualquier leyenda urbana sobre edificios donde pasan cosas raras. En cambio, en cuanto se entra de lleno en lo terrorífico, funciona a medias: se nota que tienen que sacar algo físico para justificarla como película de terror, y no faltan algunas secuencias con flashbacks donde aparece la historia de los sectarios o unas cuantas apariciones de fantasmas, muy directas y bastante pensadas para meter sustos de forma inmediata. Si la primera parte es la mejor, la siguiente tiene elementos interesantes, como las llamadas gracias a las que se obtiene información, y otros más tópicos, como todo lo relativo a los flashbacks.

 


Como gran parte de las historias de fantasmas en las que cuentan con un único personaje, esta también viene marcada por el componente psicológico de la protagonista: la figura del padre, también policía, y muerto en un tiroteo, que determina tanto sus decisiones como tiene una presencia importante en la historia de lo que sucede en la comisaría. Este aporte es también uno de los más interesantes al poder plantear el guión de una forma mucho más subjetiva, donde si bien parece que los elementos sobrenaturales son ciertos, se mantienen muchas dudas acerca de lo que la protagonista vive durante su turno: según avanza la historia va quedando menos claro si su comunicación con otras personas, o los encuentros con estas, han sido ciertos o parte de una ilusión que se mantiene hasta el desenlace.

Last Shift es una de esas películas de aspecto pequeño y simple, pero muy original por su escenario y por la forma de desarrollarlo. Gracias a esto, se mantiene el interés durante todo el metraje, y va aumentando  la tensión e inquietud que se crea en los primeros minutos. No se puede decir que sea una película propia para octubre o para Halloween porque no tiene ningún elemento que la distinga sobre esto, salvo el terror como aspecto en común. Pero precisamente por su temática y lo adecuado de los sustos en la mayor parte del metraje, hace que fuera una buena opción para el 31 de octubre.

Además, esto último implica que este domingo fue 1 de noviembre. Y el Día de todos los santos en mi casa solo puede significar una cosa:

 


 Azúcar y carbohidratos. En grandes cantidades.

 

 

 

2 comentarios:

Anacrusa dijo...

Una película que ha pasado bastante desapercibida y de la que no esperaba mucho, pero me he llevado una sorpresa. Con muy pocos elementos consiguen que la tensión vaya in crescendo hasta desembocar en un buen final.

Renaissance dijo...

Para lo pequeña que parece, me gustó mucho. Esto de poder hacer una historia solo con un decorado y un par de personajes tiene su arte. Además el fina, que suele ser lo que más flojea en estos casos, fue bastante ingenioso.

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