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lunes, 21 de septiembre de 2015

La visita (2015). Videos domésticos, visitas familiares siniestras y..¿comedia?

 


Desde que en 1999 todos nos quedáramos pasmados con El sexto sentido y a M. Night Shyamalan se le considerara toda una revelación, ha pasado, además de más de una década, unas cuantas producciones con peores críticas y resultados. Lo que se dice una mala racha de las que tiene cualquiera, pero llevada al mundo cinematográfico. Parece que tras Wayward Pines y una nueva película, empieza a recuperarse un poco de la racha. De esta última, no tenía grandes esperanzas: al director lo recordaba todavía por incluir un giro sorpresa por guión y al que desde El bosque, conde terminó de aburrirme su estilo, no había vuelto a hacerle caso. Además, en esta echaba mano de la filmación en primera persona y las cámaras domésticas, lo que hoy, además de estar bastante agotado, es todo un nicho dentro del cine de bajo presupuesto. Por otro lado, en el día del espectador el precio de la entrada justifica el ser menos picajoso con lo que se va a ver, y además, ha sido una de las pocas veces en las que el trailer, en vez de destripar una película, anima a ir a verla.

 


El motivo para filmar La visita con las cámaras de las protagonistas es que en principio,  se trata del documental que dos niños pretenden filmar para su madre acerca de la primera visita que estos realizan a sus abuelos. Esta no ha vuelto a hablar con ellos desde que se marchara de casa hace más de quince años, y para Becca y Tyler, sus hijos, es una oportunidad para que puedan reconciliarse. Sus abuelos, felices con la visita, tienen todas las pequeñas manías de la gente mayor a las que sus nietos procuran adaptarse. Pero los horarios restrictivos y los pequeños despistes van convirtiéndose en algo más extraño: las crisis nocturnas, los cambios de humor y las conversaciones extrañas, justificadas anteriormente como achaques al principio, y demencias seniles posteriormente, parecen deberse a algo distinto.



Es curioso que alguien con un estilo de filmar tan clásico decidiera de repente el optar por un sistema tan caótico como el de la cámara de los protagonistas, pero, una vez se entra en la película, funciona. Sin ser demasiado lacrimógeno, el intento de documental amateur por parte de la protagonista sirve  para justificar muchos de los diálogos y actitudes de estos, además de traer a colación el tema del abandono del padre. Este sirve en realidad como punto de partida, al ser el conflicto inicial entre la madre de los personajes y sus abuelos y, aunque en algunos momentos parece incluido por cuestiones de emotividad, es también una parte clave para entender a los protagonistas: ambos han quedado marcados por el abandono, y gran parte de sus características, e incluso de sus aficiones, son consecuencia de este. Además, la superación de un trauma anterior se convierte en una trama secundaria que se desarrolla a medida que la principal va creando situaciones más extrañas y peligrosas para los protagonistas.

 
Precisamente la caracterización de los personajes principales cuenta con un detalle importante a la hora de plantear el estilo de la película. Ambos están dotados de un gran sentido del humor, en cierto modo, como defensa para hacer frente a los problemas. Algo que está muy presente en muchas secuencias que no parecen ir muy en serio: a la película la catalogan como terror y comedia, y aunque la primera está claro, la segunda no tanto. Se ve que la intención es que muchas de las situaciones fueran a ratos inquietantes, y a ratos absurdas, de forma que no todo pareciera demasiado serio. Pero las partes cómicas, pese a la justificación de la actitud de los protagonistas ante lo que desconocen o temen, no funciona. Se les ha intentado caracterizar, en este sentido, como una chica de 15 años algo maniática y uno de 13 aficionado al rap, haciendo que muchas escenas exploten un poco la payasada o el soltar una frase anticlimática en un momento de tensión. Pero no termina de funcionar, o si lo hace, no lo pillo: en realidad estas parecen fuera de lugar, como si pertenecieran a una situación completamente distinta a la que se está rodando. Lo que pretende ser gracioso no lo es, y habría sido mejor limitar el componente más payaso de la historia.

 


La trama principal, en cambio, es excelente. Salvo algún susto un poco chusco, de los de “¡buh!”, toda ella se compone exclusivamente de miedos reales: desde algo tan nimio como la incomodidad de encontrarse en una casa ajena, a algo mucho más adulto como son las demencias, las enfermedades mentales y sus implicaciones. La forma de plantearlo también ha sido muy hábil, porque durante todo el metraje aparecen aparecen indicios de elementos sobrenaturales: la actitud de la abuela y sus connotaciones sobre licantropía o posesión, las historias extrañas que cuentan a los personajes, hacen pensar en cualquier desenlace en los que intervengan fantasmas o demonios (también ayuda que en los últimos años casi todas las películas de terror tiraran de estas dos cosas) cuando el desenlace, sin más recurso que lo real y muy deudor de las leyendas urbanas, es igual de efectivo. Además, gran parte de esa atmósfera un poco incierta que se va creando se debe a Deanna Dunagan, quien interpreta a la abuela y que es capaz de explotar al máximo todos los elementos anteriores, tanto los que apunta a la locura como los que hacen intuir una posibilidad fantástica, y sobre la que recae el mayor peso de todos los sustos y momentos de tensión que contiene la película.

 

El director vuelve un poco a lo de siempre y a recurrir al giro sorpresa, pero de una forma mucho más sutil: han pasado tantas cosas raras, que poco importa la explicación que les corresponda. En cierto modo, La visita ha conseguido superar ese golpe de efecto final, pudiendo continuar  con interés la trama tras su revelación, y resultando una película de terror muy efectiva e inesperada a ratos. Ahora, lo de la comedia, no tanto. Quizá sirva para que la película no se pase con el dramatismo que tenían las producciones anteriores de Shyamalan, pero, o bien la encaja mejor en su próximo guión, o es mejor que siga con el suspense.

2 comentarios:

José Miguel García dijo...

Es curioso cómo un hombre se sitúa tan alto en la valoración y no ya es que caiga... sino que prácticamente se lo olvide. Yo fui de los que el shock final de "El sexto sentido" me sorprendió por completo... y cuando hace poco revisé esta peli se me vino bastante abajo. Shyamalan me empezó a cansar con "El bosque", que me pareció mucho ruido para pocas nueces, pero aun así aguanté hasta "El incidente", que ya me aburrió del todo. No he visto esta película, pero supongo que la recuperaré, si no en salas cuando esté disponible en formato doméstico. Y sin haberla vuelto a ver, me da que "El protegido" va a seguir pareciéndome una buena película.

Renaissance dijo...

Sí, yo recuerdo la época en la que fue una pequeña revolución con El sexto sentido y donde, más que ser prometedor, parecía tener toda una carrera brillante. Pero la cosa empezó a desinflarse muy rápido. Lo de su adopción de The Last Airbender fue bastante notable (yo no ví la serie original y me pareció una película de aventuras tirando a normalita, pero dicen que es una versión muy floja), y las de "giro sorpresa" posteriores a El bosque, ni me molesté en verlas.
Esta me pareció muy correcta y efectiva, pero me sigue pareciendo también de esas películas que es mejor ver en casa o con entrada rebajada. A ver si hay suerte y sigue enderezando su carrera.

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