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jueves, 27 de agosto de 2015

Extinction (2015). Tres personas, cuatro zombies y una era glacial


Es muy raro que se me pase por alto el estreno de una película de zombies, y menos cuando su aspecto es lo bastante cuidado como para no parecer la típica historieta que han filmado mil veces. Será cosa de que hoy la ficción sobre zombies es casi un género propio y con tanto material, hay que seleccionar algo más, cosa para la que no siempre hay tiempo. Pero ahí me encontré, ante una película de la que no sabía nada: ni que estaba basada en …Y pese a todo, de Juan de Dios Garduño, ni que su director y coproducción fueran españoles. Pero, como alguna de las películas que más me han gustado me las he encontrado de una forma parecida, no me pareció un despiste grande, sino una posibilidad de encontrar alguna sorpresa.

 


Precisamente esto no saber nada es algo muy ligado al argumento de Extintction: la película empieza, como tantas otras, con una epidemia altamente contagiosa, cuyos infectados atacan a todos los seres vivos que encuentran, y con un grupo de soldados intentando conducir a los escasos supervivientes a un lugar seguro. Tampoco importa mucho, sino es para conocer a los dos protagonistas, de los cuales no se vuelve a saber hasta después de nueve años: uno de ellos vive con su hija pequeña. El otro, en una casa cercana, pero ninguno de ellos parece haber tenido contacto durante ese tiempo. Para Lou, la niña, solo es una parte más del paisaje, como lo puede ser la casa con alambrada, el invierno y la nieve que parecen haber durado años, y las historias de su padre sobre los monstruos que acabaron con el resto de la gente. Pero tras años sin ver a ningún infectado, comienzan a aparecer algunos de ellos. Y, al igual que a los protagonistas, estos también han cambiado con el tiempo: más rápidos, fuertes y con un aspecto menos humano y más parecido al de los monstruos  sobre los que habla el padre de Lou.



En cierto modo, no se trata de una película de zombies, ni de infectados, sino de una sobre personas viviendo en un entorno hostil. Por eso gran parte de la información típica que se suele ofrecer en obras de este tipo, es inexistente: no hace falta explicar de dónde viene la infección, ni qué pasa con los gobiernos, si es algo que se ha visto miles de veces. Hasta el punto es que esta es toda una excepción: no hay  ningún tipo de prólogo aludiendo a noticias o pistas, y algunos elementos secundarios, como el tema de las estaciones, se deduce unicamente por una conversación que tienen los protagonistas. De algún modo, podría parecerse a los comics de Walking Dead, pero solo por preocuparse más de estos personajes y no de la acción: en tono del guión es mucho más pausado y quizá menos duro, donde el principal componente amenazador no es externo, sean infectados o humanos, sino lo claustrofóbico del escenario y el enfrentamiento no abierto entre los dos protagonistas, que va descubriéndose a medida que estos resuelven su conflicto.

 


El ritmo es muy pausado, y gran parte de la película se centra en escenas muy cotidianas, desde la vida de Jack y su hija, personajes muy ligados a un entorno cerrado como es la casa, a la de Patrick, el vecino quien en una salida al exterior es el primero en encontrar a una de las criaturas. Es bastante interesante el tratamiento de cada uno, presentando a los primeros con un carácter mucho más prudente, gracias a los cuales también se introduce una trama sobre el miedo, y la necesidad del riesgo como posibilidad de avanzar y encontrar algo mejor, frente al último, quien se presenta como un personaje más decidido pero también mucho más autodestructivo y tocado por el aislamiento. 

 


En este caso, se agradece que se trate de un largometraje y no una serie, porque es un componente que a la larga, acaba ralentizándose más de lo que debería, y haciendo que el ritmo lento se quede directamente estancado. Y con esto, también se pierden otros detalles que parecían tener una mayor importancia: en un momento se sugiere la posibilidad de la locura de uno de los personajes, cosa que un par de secuencias después se despacha de una forma muy acelerada, que contrasta mucho con el tono que mantenían hasta hace poco y que da la impresión de ser algo que quizá debió quedarse en la sala de montaje. La velocidad de la narración resulta todavía más chocante hacia el desenlace, donde después de tomarse mucho tiempo para crear el escenario, recordaran que estaban filmando una de zombies y decidieran meter el turbo y unos cuantos infectados para ofrecer un cierre más corrientes.

 


Como en la mayor parte del tiempo dependen de los personajes, y no de los efectos especiales (que, para ser una película de este nivel, en una secuencia de automóvil se les notó un poco el chroma), recae sobre el guión, y sobre los actores, la tarea de hacer que sus personajes sean creíbles y comprensibles para el público. Tarea que cumplen muy bien, especialmente en el caso de Jeffrey Donovan y Quinn McColgan como padre e hija, quienes son los que tienen mayor tiempo en pantalla. La cara más conocida es Matthew Fox, cuyo nombre era el que más sonó a la hora de hacer promoción y a quien al pobre debieron tener un par de meses a base de ensalada para conseguir el aspecto escuálido que necesitaba para el papel. La presencia de un cuarto personaje es más anecdótico que otra cosa, por su escasa aparición, pero la mayor curiosidad es que se trata de Clara Lago. Nombre que a mí no me decía nada pero que al parecer era la protagonista de Ocho apellidos vascos.

Aunque se la siga considerando como una película de zombies, pero sin zombies, Extinction sí ha sido la sorpresa que esperaba. La intención de mantener un tono muy lento y reflexivo juega un poco en su contra, al no manejarlo todo lo bien que deberían, pero como historia postapocalíptica, es una de las buenas. Y además, con el añadido a su favor de no tener segundas partes a la vista.

 

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